EL VIAJERO.
Está en la sala familiar, sombría,
Y entre nosotros, el querido hermano
Que en el sueño infantil de un claro día
Vimos partir hacia un país lejano.
("Podría ser también una querida hermana...")
Hoy tiene ya las sienes plateadas,
Un gris mechón sobre la frente;
Y la fría inquietud de sus miradas
Revela un alma casi toda ausente.
("Seguramente, pasó mucho tiempo sufriendo...")
Deshójanse las copas otoñales
Del parque mustio y viejo.
La tarde, tras los húmedos cristales,
Se pinta y en el fondo del espejo.
El rostro del hermano se ilumina
Suavemente: ¿Floridos desengaños
Dorados por la tarde que declina?
¿Ansias de vida nueva en nuevos años?
("Seguramente sueña con su pasada y amada juventud...")
¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó y muerta.
¿La blanca juventud nunca vivida
Teme, que ha de cantar ante su puerta?
("Las mujeres envejecen antes que los hombres,
Y se les nota más los años crueles y el tiempo implacable...")
¿Sonríe al sol de oro
De la tierra de un sueño no encontrada;
Y ve su nave hender el mar sonoro,
De viento y luz la blanca vela hinchada?
Él ha visto las hojas otoñales,
Amarillas, rodar, las olorosas
Ramas del eucalipto, los rosales
Que enseñan otra vez sus blancas rosas...
Y este dolor que añora o desconfía
El temblor de una lágrima reprime,
Y un resto de viril hipocresía
En el semblante pálido se imprime.
Serio retrato en la pared clarea
Todavía. Nosotros divagamos
En la tristeza del hogar golpea
El tictac del reloj. Todos callamos.
He andado muchos caminos,
He abierto muchas veredas;
He navegado en cien mares
Y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
Caravanas de tristezas,
Soberbios y melancólicos
Borrachos de sombra negra,
Y pedantones al paño
Que miran, callan, y piensan
Que saben, porque no beben
El vino de las tabernas.
Mala gente que camina
Y va apestando la tierra...
Y en todas partes he visto
Gente que danzan o juegan,
Cuando pueden, y laboran
Sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
Preguntan adónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
A lomo de mula,
Y no conocen la prisa
Ni aún en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
Donde no hay vino, agua fresca.
Son buena gente que viven,
Laboran, pasan y sueñan,
Y en un día como tantos
Descansan bajo la tierra.
La plaza y los naranjos encendidos
Con sus frutas redondas y risueñas.
Tumulto de pequeños colegiales
Que, al salir en desorden de la escuela,
Llenan el aire de la plaza en sombra
Con la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría infantil en los rincones,
De las ciudades muertas!...
¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
Vemos vagar por estas calles viejas!
Yo voy soñando caminos
De la tarde. ¡Las colinas
Doradas, los verdes pinos,
Las pólvorientas encinas!...
¿Adónde irá el camino?
Yo voy cantando viajero
A lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-
"En el corazón tenía
La espina de una pasión;
Logré arrancármela un día:
Ya no siento el corazón."
Y todo el campo un momento
Se queda, mudo y sombrío
Meditando. Suena el viento
En los álamos del río.
La tarde más se oscurece:
Y el camino que serpea
Y débilmente blanquea,
Se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
Quién te pudiera sentir
En el corazón clavada."
Hacia un ocaso radiante
Caminaba el sol de estío,
Y era, entre nubes de fuego, una trompeta gigante,
Tras los álamos verdes de las márgenes del río.
Autor: Poeta Antonio Machado.
Tomé algunos extractos de sus poesías,
Y expresé algunos comentarios entre paréntesis.
"CAMINANTE NO HAY CAMINO,
SE HACE CAMINO AL ANDAR."